Escrito por el diciembre 11, 2023

NCS DIARIO/OPINIÓN

Sic Sac

México Guadalupano

M.A. Elda Clemente Reyes

El 12 de diciembre, como es tradición los mexicanos celebramos el 492 Aniversario de la Virgen de Guadalupe. Vale la pena reflexionar su gloriosa frase “No estoy yo aquí, que soy tu Madre.” Así debemos llamarla y glorificarla como la reina y Emperatriz del Universo.

Más de un millón de peregrinos aprovechan este día para agradecer favores recibidos, solicitar el favor de sus milagros y visitar la Basílica de Guadalupe en la CDMX o el Santuario Mariano Diocesano, que lleva su nombre en San Francisco de Campeche.

“El Silencio de María” escrito por Ignacio Larrañaga, evoca el papel trascendental que tuvo la Virgen en la vida de Jesús como su Madre, su amiga y su seguidora desde el momento en que se convierte en fiel sierva de Dios y también de su Hijo en quien recaía la responsabilidad de anunciar las noticias del Padre Eterno.

La Gran Señora se convierte en servidora en el sacrificio que Jesucristo debía cumplir para el perdón de nuestros pecados. Al recibir gracia del Espíritu Santo quien la fecunda y la prepara para dar a luz al Salvador, refrenda su amor por la humanidad, un don especial que solo puede sentirlo la persona que habita espiritual y mentalmente en otro nivel.

En el “Silencio de María” el autor intenta comprender los sentimientos, expresiones, pasiones, temores y en las actitudes más profundas de la Doncella que, entre otras cosas, nunca dejó de ser una mujer de carne y hueso, en condiciones de pobreza extrema, cuyas virtudes superan cualquier debilidad y ha sido fuente de inspiración del mejor poeta, investigador, maestro, pintor, escultor o escritor.

María cobijó el secreto mejor guardado del mundo lejos de reyes y faraones, cumplió su palabra y en la etapa de anunciación y crucifixión mantuvo su lealtad al Padre a pesar del dolor por la muerte de su Hijo; es ejemplo de vida para los que no creen que las cosas divinas existan.

Sus apariciones que se han divulgado en los medios de comunicación y por medio del rumor, hacen cada vez más indudable la cercanía de seres celestiales que promueven su protección. Desde la primera aparición en el Tepeyac, el 12 de diciembre de 1531, los relatos de visiones han sido constantes, aunque en momentos de incertidumbre, mucha gente piensa que todo es falso y que nada es real.

Ateos y personas de otras religiones sostienen que su existencia es un fraude y en internet circulan páginas enteras donde aseguran que es producto de una conspiración mientras los materialistas desdeñan la existencia de Dios.

La advertencia que nuestra Madre nos quiere dar con sus apariciones en distintas partes del mundo y del país, es inevitable y están documentadas como ocurrió el pasado 2 de enero de 2010 en Magdalena, Sonora, a las 4: 00 de la tarde, cuando se reflejó en la pared de un lote en construcción frente a una joven que divulgó el siguiente mensaje: “Aquí estoy aún, pero me voy pronto, ya no puedo estar mucho más tiempo con ustedes…conviértanse, conviértanse. Hagan más oración y sacrificio… estén preparados, no se confíen porque yo veo que la mayoría no hacen lo propio para prepararse y viven como si nada fuera a pasar…”

Creer o no creer es el dilema. Lo que yo puedo aportar ocurrió hace más de 20 años. En un accidente tuve la visión de la Virgen rodeada de luces multicolores brillantes intensos, lo cual me hizo comprobar los argumentos de otros testigos. ¿Tendré una misión especial que cumplir? El tiempo y la voluntad divina lo dirá.

A partir de numerosos textos que el apóstol Lucas recopiló acerca de la vida de Jesús y por medio de testigos oculares le otorga a María el papel de Gran Señora y Servidora de Dios “Soy una sierva del Señor, hágase en mí según su palabra” (Lucas 1:38). La joven vidente lo interpretó de la siguiente manera: “Ella quiere que todos nosotros nos salvemos y que creamos que su Hijo viene pronto.”

Sin lugar a duda, la Virgen es la Madre de México y será por los siglos de los siglos La Elegida, Madre de la Iglesia porque ese encargo recibió de labios de Jesús en la cruz cuando le dijo “Madre he ahí a tu hijo, hijo he ahí a tu Madre” y desde entonces, el apóstol Juan la ampara y escribe esta encomienda en su propio evangelio.

Felicidades a todas las Lupitas y Lupitos.

 


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