Campechanos prepararon el tradicional pibipollo

Desde temprana hora las familias iniciaron con este proceso para colocarlo en el altar junto a las demás ofrendas para los difuntos.

ADRIANA QUIJANO/DAYMES MORALES

Ya sea al horno o enterrado, los campechanos siguieron la tradición y llevaron a cabo la preparación del tradicional pibipollo, de acuerdo a sus posibilidades. Según la tradición, el primer pibipollo que sale, es el que se coloca en el altar a las 12 del día.

Desde temprana hora las familias iniciaron con este proceso que incluye el cocimiento del relleno, la preparación de la masa, la limpieza de las hojas de plátano, entre otros, que se requieren para la preparación de este manjar que se realiza año con año para recibir a los difuntos.

Cabe destacar que ya son menos las familias que hacen el pibipollo enterrado, sobre todo en la ciudad, pues muchas optan por hornearlo en casa o llevarlo a las panaderías, pero todo lo demás aún se realiza siguiendo la tradición y el primer pibipollo que sale es el que se coloca en el altar, junto con el resto de las ofrendas.

A la par algunas familias aún continúan rezando sus rosarios, o bien comen cerca del altar para sentir que sus familiares forman parte de la celebración.

SE PIERDE LA TRADICIÓN DE REZARLE A LOS DIFUNTOS

El pibipollo enterrado, las compras de los ingredientes en la noche y madrugada para tenerlo listo todo al mediodía y los rezos a los difuntos a las dos de la tarde, con el paso del tiempo cada vez se ven menos, comentó la rezadora Patricia Ruiz Rodríguez

Agregó que cada vez son menos las familias que les rezan a sus difuntos antes de comer los pibipollos o la comida preparada para este día.

Explicó que en la ciudad, las familias hacen el pibipollo muy tarde, a las cinco lo sirven y ya no les da tiempo de rezar o no quieren esperar; al menos esto sucede en las áreas urbanas, pues en los pueblos y Municipios aún se guarda respeto por estos días.

La tradición apuntaba a que se dejaba un pibipollo especial para los difuntos y que no se tocaría hasta después de rezar el rosario en familia, junto con la repartición de los dulces que se ponían en los altares familiares.