Ningún cabo suelto

CAMPECHE YA no es la ciudad apacible de hace décadas. El tráfico se ha disparado, con un boom de motocicletas que circulan entre calles congestionadas y con ello los accidentes están al alza. Los casos recientes son un grito de alerta: Vianey Rubí, joven madre atropellada y abandonada en el malecón, perdió la vida; Erika, estudiante a punto de graduarse, murió en un hecho similar en la colonia Lázaro Cárdenas y Jesús Haas, arrollado frente al campo ferrocarrilero, lucha por su vida, en coma.

En todos, los responsables huyeron, dejando tras de sí tragedias y familias destrozadas.

Estos incidentes, que pudieron evitarse con precaución y respeto, reflejan una crisis de educación vial. No basta con activar alcoholímetros, urge una estrategia integral. Las autoridades han otorgado licencias sin rigor, sin exámenes estrictos. Es imperativo implementar pruebas rigurosas, sanciones severas —incluso la pérdida de la licencia— para quienes violen el reglamento y campañas que fomenten empatía y responsabilidad al volante. Los motociclistas, vulnerables en cada esquina, también deben asumir su parte: medir la velocidad y el riesgo.

La entrega de licencias a diestra y siniestra, sin certificar que los conductores están preparados técnica y cívicamente, agrava el problema. Así como taxistas y transportistas pasan por evaluaciones que garantizan su competencia, los conductores de autos y motos deben someterse a exámenes que demuestren no solo su habilidad al volante, sino también su conocimiento de las leyes de tránsito y su compromiso con la responsabilidad civil. Huir del lugar de un accidente, como ocurrió con Vianey, Erika y Jesús, no solo es una falta de empatía, sino un delito que merece penas agravadas. Certificar que cada conductor asume esta responsabilidad antes de recibir una licencia es un paso crucial para frenar la impunidad y construir una cultura vial que respete la vida.

Como suele pasar, solo reaccionamos cuando la tragedia nos toca. Para entonces, ya es tarde. Campeche no puede seguir pagando con vidas la indiferencia.