Escrito por NCS Diario el junio 16, 2025
Ningún Cabo Suelto
EN LOS últimos días, las redes sociales de los políticos de Movimiento Ciudadano (MC) en Campeche se han convertido en un altar virtual para rendir pleitesía al reciente nombramiento de Eliseo Fernández Montúfar como secretario de Gestión Social de la Coordinación Nacional del partido, bajo el liderazgo de Jorge Álvarez Máynez, el parrandero presidente nacional de los naranjas.
Con loas y alabanzas que rayan en lo excesivo, los mocistas celebran este ascenso como si fuera la salvación del estado. Sin embargo, la historia de Campeche nos grita una verdad incómoda: los encumbramientos de políticos locales en las cúpulas partidistas nacionales no han servido para mejorar las condiciones del estado, sino para engordar currículums, repartir favores y apuntalar proyectos personales.
No es la primera vez que un campechano llega a las altas esferas de un partido político. En los tiempos dorados del PRI, un par de exgobernadores escalaron hasta la dirigencia nacional de ese partido. Durante los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, empresarios campechanos como Juan Camilo Mouriño gozaron de cercanía con el poder.
Más recientemente, Alejandro “Alito” Moreno se apoderó de la presidencia del PRI, mientras que en Morena, el campechano Manuel Zavala ocupa un puesto similar al de Fernández Montúfar, como secretario de movimientos sociales.
¿Qué tienen en común todos estos casos? Que las posiciones de privilegio en las cúpulas partidistas han sido aprovechadas para fines personales: conseguir candidaturas para los cercanos, negociar posiciones de poder o, simplemente, presumir el membrete en la trayectoria política.
Movimiento Ciudadano no parece ser la excepción. En lugar de propuestas concretas para resolver los problemas de Campeche, lo que vemos es el mismo culto a la personalidad de siempre: un desfile de elogios desmedidos hacia el líder, que en algunos casos llegan a ruborizar por su exageración. Eliseo Fernández Montúfar, lejos de ser una figura que inspire confianza, arrastra un historial que debería generar escepticismo. Durante tres años, estuvo prófugo de la justicia, señalado por diversas irregularidades. Su regreso al escenario político, ahora con un cargo rimbombante, huele más a maniobra para limpiar su imagen.
Eliseo es el beneficiado de la actuación del senador campechano Daniel Barreda, apodado “El escapista” por su habilidad para esfumarse en momentos cruciales. Se dice que Barreda se ausentó estratégicamente de la sesión donde se aprobó la reforma judicial, a cambio de que las carpetas de investigación contra Fernández Montúfar fueran convenientemente “adormecidas”. Es decir que su regreso nada tiene de heroísmo, sería en este caso producto de un pacto que pone los intereses personales por encima de los principios y, desde luego, de las necesidades de México y de Campeche.
La historia nos ha demostrado que cuando los políticos campechanos llegan a los olimpos partidistas, mienten descaradamente al decir que están ahí por el bien del estado. Sus prioridades son claras: subir posiciones, acumular poder y, en el caso de Fernández Montúfar, aprovechar el reflector para pulir una imagen empañada por la sombra de la justicia. Mientras tanto, Campeche sigue esperando que alguno de estos “ilustres” personajes traduzca su influencia en soluciones reales para la pobreza, la inseguridad y la falta de oportunidades.
¿Hasta cuándo seguiremos creyendo en los falsos mesías de la política? No aprendemos.