Escrito por NCS Diario el marzo 23, 2025
¿Basta con tener un Título?
Por Rodolfo Bernés Gómez
Platicando con un buen amigo me comentaba de una situación que al parecer se está dando en México.
¿Cómo inicio este tema?, me preguntaba, y después de un par de minutos me conteste: como lo han hecho siempre.
–Una persona muy querida me comentaba que en su juventud una tarde fue a casa de una de sus hermanas, acompañada de sus hijas, a bañarse en la alberca.
Recientemente había terminado de tomar el primer nivel de clases de natación con el maestro Cayetano, donde le otorgaros un diploma a los que habían concluido la primera fase del curso; estando parada a la orilla de la alberca se dijo; ya crucé a nado la alberca donde me están enseñando este deporte, pues de aquí soy y que se lanza con un clavado a al agua. Sus sobrinos y su hija que se encontraban al otro extremo vieron muy ufanas como su mama o tía se lanzaba a la piscina, sin haber alcanzado con el clavado el fondo de la alberca se vio atorada entre la desesperación y el agua.
Uno de sus sobrinos al ver que la tía no aparecía se acerca a checar que sucedía. Al verla pataleando en el fondo se lanza a la alberca y rescata a la recién titulada, evitando con esto que pase a mayores. Que buen susto pasó la recién titulada.
–Unas amigas platicaban y una de ellas comenta que unos pocos días antes se dio cuenta que las lámparas de la alberca estaban prendidas, pues era ya de noche; esta señora, aunque ya está entrando a formar parte de la clase denominada “adultos mayores” se le ve muy bien, aunque en esa plática se enteraron las amigas que la acompañaban que estaba operada de las rodillas.
Ella vive sola. Su esposo, amigo mío, falleció no hace mucho tiempo; pues resulta que al ir a apagar esas luces, se tropieza y cae a la alberca, aunque pequeña y no profunda, el impulso de la caída la manda al centro de esta y empieza la desesperación, pensando en ese momento que ahí terminaba su destino terrenal, después de unos segundos de desesperación y angustia, sintió un empujón que la acercó a la orilla. Como pudo y asistiéndose con las manos, se acercó a los escalones y así pudo salir. La historia no termina ahí, y ahora ¿cómo pararse si tiene problemas en las piernas? Se arrastró hacia unas sillas que ahí estaban y con mucho esfuerzo y con el temor de que estas se cayeran, GAD la pudo librar.
La situación es que sabiendo nadar no estaba en condiciones de hacerlo, ni tampoco el empujón milagroso que la aventó de nuevo a la orilla de la alberca.
Relaciono lo anterior, pues la primera aun habiendo ido a tomar las clases y un título en mano la pasó muy mal, no estaba preparada para ello; en el segundo comentario, una persona con conocimiento en su época de nado, su falta de práctica y su incapacidad no le permiten realizar siquiera una brazada.
Traigo estas dos experiencias a colación, pues platicando con un amigo, propietario de una universidad del norte del país, donde tuve la oportunidad de estudiar un posgrado, me manifestaba su preocupación después de haber recibido la llamada de un amigo suyo, donde le platicaba, y por la forma de llevarse esa platica deduje que ya tiene un buen tiempo de que ellos lo están comentando. El tema es que existen personas en su Estado y al parecer en otras partes del norte del país que están vendiendo los títulos de maestría y de doctorado. “Por una cuota razonable”, en seis meses te entregan título y hasta la cedula profesional, esto sin haber ido siquiera a conocer la escuela.
Me costa del esfuerzo, tiempo y dinero que le ha costado a mi amigo mantener un campus en Campeche y estoy seguro con números rojos; gastos solventados con los ingresos de la sede y sus otros centros en el país.
Ni a quien decirle me comentaba. Al parecer estos tipos cuentan con toda la documentación para funcionar.
No quiso entrar en detalles, pero a mí, como a él, nos indigna; lo vi hasta con cierto temor y limitantes a tratar esta situación, y que bueno, en estas cosas tan escabrosas, mientras menos sepa, uno mejor, pero lo que están logrando es prostituir la enseñanza, que no creo les importe mucho.
Seguramente los que se atreven a comprarse un título, lo hacen para alcanzar otros niveles en la puntuación académica y con ello mayores ingresos.
Lo más delicado de esto es un sin fin de consecuencias que se generan con esta acción: el empobrecimiento ético del ente educativo en general; desvalorización de la superación académica, como factor de movilidad social; proliferación de instituciones “vende títulos”; promoción laboral y económica sin sustento en lo profesionalizante; conceptualización de las instituciones académicas como entes superfluos, etc.
¿A qué nivel se está manejando esta situación? No se sabe, él vive en un Estado conflictivo por naturaleza; un rector asesinado, un gobernante que a juicio de la ciudadanía está involucrado en cosas siniestras; la respuesta a mi pregunta de: porque no una queja, y me respondía ¿y si a donde llegue la queja son parte de lo mismo?
Menudo futuro para las universidades; menuda desacreditación para la educación; menuda desconfianza para aquellos que en verdad se han formado en las aulas; menuda capacidad de “los profesionales chafas”.
Para 2022 México se colocó en el ranking 35, entre los 37 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, organismo internacional que realiza estudios e investigaciones sobre la educación.
Para este 2025 habremos alcanzada el horroroso lugar 37, o ¿nos habremos recuperado con tantos maestros y doctores que se están capacitando con estas universidades patito?