Escrito por el febrero 25, 2025

Alemania votó por el cambio, pero sin extremismos

Por Eduardo Ruiz Healy

En la elección alemana del domingo pasado los ciudadanos optaron por un giro a la derecha, pero sin abrirle la puerta al populismo ultraderechista. Friedrich Merz y su centroderechista Unión Demócrata Cristiana (CDU) ganaron con el 28.7% de los votos, según encuestas de salida, y ahora deben formar un gobierno de coalición tras desbancar a los socialdemócratas (SPD) del canciller saliente Olaf Scholz, que cayeron a un desastroso 15.2% debido a su mala gestión durante los últimos tres años.

Alternativa para Alemania (AfD) alcanzó un récord del 19.8% de los votos, casi el doble de lo que ganó en 2021, pero los partidos tradicionales se niegan a pactar con él porque, de acuerdo con la Oficina para la Protección de la Constitución en Alemania, es un partido neonazi.

Los alemanes votaron con la economía y la seguridad en mente. Estancamiento, inflación, crisis de vivienda y una política migratoria fuera de control fueron los detonantes de la caída de Scholz y sus aliados.

Algo que hizo ruido en esta elección fue la intromisión de dos personajes que nada tenían que hacer ahí: el vicepresidente de EEUU, JD Vance, y el magnate Elon Musk. Ambos intentaron vender su agenda trumpista en Europa y apoyaron abiertamente a la AfD. Musk usó su plataforma X para calificarla como “la última esperanza” para Alemania y Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero, criticó que los demás partidos alemanes lo aislaran y se reunió con Alice Weidel, líder de la AfD. ¿Resultado? Un rotundo fracaso. La CDU resistió y el rechazo a la AfD se mantuvo firme.

Ahora Merz, un conservador pragmático y exempresario multimillonario, gobernará una Alemania dividida en una Europa en crisis. Promoverá la desregulación económica, mayores controles fronterizos y menos burocracia. Su victoria refuerza a la Unión Europea frente al populismo, pero con ajustes en migración y energía. Sus declaraciones ya apuntan a restricciones migratorias similares a las que han aplicado Italia y Hungría.

Alemania seguirá apoyando a Ucrania, pero con cautela. Donald Trump busca negociar con Putin y presiona a Europa para asumir más costos de defensa. Merz deberá equilibrar la lealtad a la OTAN con las exigencias de EEUU, reforzando lazos con Polonia y Europa del Este para no quedar atrapado entre Washington y Moscú.

Para México, las relaciones con Alemania seguirán estables, pero con matices. El comercio, impulsado por Volkswagen, Siemens y BASF, seguirá sólido, pero la cooperación en energías limpias podría enfriarse. Merz no es un enemigo del medio ambiente, pero tampoco está obsesionado con la transición verde como lo estaban Scholz y sus aliados Verdes, más cercanos a la presidenta Claudia Sheinbaum. Y en un mundo que Trump pretende dominar , México y Alemania enfrentarán problemas similares: el primero con aranceles y migración, el segundo con un EEUU que favorece acuerdos bilaterales sobre alianzas multilaterales.

El domingo, los alemanes pidieron cambios, pero sin extremismos. La AfD creció, pero no gobierna. El apoyo de Vance y Musk fue un berrinche sin impacto real. Ahora falta ver si Merz logra cumplir las expectativas de los alemanes o si su gobierno será solo una pausa antes de un giro más radical.

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