Escrito por NCS Diario el febrero 21, 2025
Así las cosas…
Carnaval, ¡qué felicidad!
Los carnavales del Campeche de hoy no se parecen a los de antaño, que eran populares, se echaba a volar la imaginación, la creatividad y el gasto era menor, nada comparado con estos días. Abundaban los “toldos” y los “toros petate” el martes de “pintadera” y el entonces llamado “rey feo” no competía en vestuario, comparsa y corona con la reina, era modesto y su papel era ridiculizar a los funcionarios en turno. Los decretos eran muy esperados, le ponían la pimienta y el plus a la fiesta. No tenía comparsa y cuando bailaba, lo hacía como acompañante de su majestad. ¡Qué tiempos aquellos, señor don Simón!
Los martes del carnaval los vecinos se reunían, se cooperaban con sus cuxcavitos y organizaban convivios que no estaban exentos de terminar en batallas campales al calor de las copas, pero eran los menos. En las calles de los barrios y colonias populares se veían caminar a grupos con olla tamalera o cubetas en mano de 18 litros llenas de vodka, ginebra o ron blanco con agua de coco, yerbabuena, limón y harto hielo, que combinado con los candentes rayos del sol, te ponían “hasta atrás”. ¡Bien chumados dirían en mi pueblo!
En los techos, detrás de las bardas y albarradas de las casas se colocaban “francotirados” con galones de pintura de aceite y chapopote aderezados con pica pica y huevos podridos, que cuando impactaban en el objetivo, veías hasta ya sabes quien en cueros o de plano te inutilizaban para lo que quedaba de la jornada, porque el apeste, la comezón y la quemada de piel eran insoportables.
Hasta gente inocente, que se dirigía a sus centros de trabajo o a comprar a la tienda de la esquina o a los mercados, pagaba las consecuencias.
Los disfraces los confeccionaban con papel periódico, estropajo, cartón, cáscara de huevo, hojas de elote y otros materiales que no representaban desembolsos onerosos para las familias. El ingenio estaba presente en los derroteros del Corso Infantil y del Sábado de Bando, así como el tradicional concurso de disfraces que patrocinaba conocida embotelladora de gaseosas.
Los trajes de las comparsas los costuraban las mamás de los participantes y las modistas del barrio o la colonia. Los gobiernos estatal y municipal eran los que mayores gastos hacían en los trajes de la reina de Campeche y los espectáculos que traían, que en nada se comparan a los de los últimos 30 años.
Desde que parte de los espectáculos se mudaron de la Concha Acústica al Foro Ah Kim Pech las cosas cambiaron y se convirtieron en ostentosos y llegaron al despilfarro, al grado que no son pocos los papás o soberanos que han tenido que empeñar hasta el alma para costear vestuario, maquillista, estilista, música, coreografía y comparsa, con tal de que sus vástagos superen a los soberanos del año pasado.
Mientras unos se endeudan por años, venden propiedades, empeñan bienes y gastan lo que no tienen, la otra cara son los proveedores de los servicios que con la fiesta en honor al Rey Momo ganan para vivir muy bien, sin problema económico y pueden darse el lujo de no dar golpe alguno lo que resta del año.
Los carnavales estudiantiles se quedaron en el escenario del barrio de San Román, al ser catalogados de menor jerarquía por los organizadores. Sin embargo, en la mayoría de los carnavales han sacado la casta, han abarrotado el sitio y dejado mal a los del foro, porque brillan, se lucen y dejan buen sabor de boca a los asistentes. Por ejemplo el carnaval del Instituto Campechano ha dejado boquiabierto a propios y visitantes.
Pese a los grandes desembolsos, la mayor parte del público que va al Foro Ah Kim Pech lo hace por la cantante, el grupo de moda o el espectáculo de los artistas contratados para actuar en las noches, dejando en segundo plano los bailes y espectáculos que con tanto esfuerzo, tiempo y dedicación montan los reyes en turno.
En síntesis: se perdió la esencia de la fiesta del pueblo, se limitó la “pintadera” al Foro Ah Kim Pech y está convertida en un lujo que ha desatados pasiones, pleitos y hasta golpes en los camerinos. Solo queda disfrutarlo, porque el tiempo no regresa y, si, la vida es un carnaval.
PD: Avisen cuando le quiten el fuero a Alito en el carnaval, porque en la Cámara de Diputados federal quedaron como payasos, con el perdón de estos.