Escrito por el febrero 3, 2025

Receta para quebrar le economía mundial

Víctor Collí Ek

El presidente Trump nos acaba de dar una lección de teoría, política y práctica económica. Con sus decisiones está fomentando la guerra comercial más destructiva de la historia contemporánea. Con aranceles del 25% a México y Canadá, y del 10% a China, está atacando a sus aliados más cercanos. ¡Formidable lección para destruir la economía mundial!

La visión económica detrás de estas decisiones parece sacada de los libros más adelantados del siglo XVIII, cuando los reyes creían que el comercio era un juego donde si uno gana, otro tiene que perder (lo que los economistas llaman “juego suma de suma cero”). Es la misma mentalidad de los mercantilistas que acumulaban oro y plata pensando que de esa forma se enriquecerían, mientras se levantaban muros comerciales con sus vecinos.

Hace aproximadamente 200 años el economista David Ricardo nos demostró por qué tal idea es errónea. Su teoría de las “ventajas comparativas” explica cómo el comercio beneficia a todos los participantes. Es sencillo, la especialización de cada país en lo que hace mejor, beneficia a todos. Cuando comercian entre sí, con lo que mejor producen, obtienen más por menos.

El pretexto de las decisiones de Trump es una emergencia nacional por el fentanilo y la inmigración irregular; esto apenas disimula la verdadera naturaleza de las medidas, un giro hacia el proteccionismo más radical que hayamos visto en el siglo XXI.

Los efectos de estos aranceles serán inmediatos y los sentiremos todos. Los consumidores pagarán más por casi todo: automóviles, celulares, alimentos. Las empresas enfrentarán costos más altos y probablemente recorten empleos. Gigantes como Apple, General Motors y Boeing ya han expresado su alarma. La amenaza de aranceles a la Unión Europea solo empeorará la situación.

Los economistas nos recuerdan un precedente aterrador: el “efecto Smoot-Hawley”, por los aranceles que en 1930 profundizaron la Gran Depresión. Cuando suben los precios se compra menos, las empresas producen menos, hay despidos, y si otros países responden igual, la espiral descendente se acrecienta.

Las represalias ya están llegando. Canadá, el aliado más confiable de EUA ya anunció aranceles del 25%. México prepara su “plan B”. China seguramente responderá.

Para México podría ser devastador. Con el 80% de sus exportaciones dirigidas a EUA, los aranceles son como una guillotina a su economía. Pero aquí hay una ironía cruel, la integración económica entre nuestros países es tan profunda que cuando México sufre, los EUA sangran. Las cadenas de suministro están tan entrelazadas que castigar a México es como dispararse en el pie. Por dar un ejemplo, cada auto “estadounidense” contiene piezas que han cruzado la frontera varias veces antes del ensamblaje final.

Los aranceles no resolverán el problema del fentanilo o la inmigración irregular. Pero sí podrían desencadenar una crisis económica global. Trump está tratando de resolver problemas del siglo XXI con herramientas que fracasaron en el siglo XVIII. Es como tratar de arreglar un iPhone con la tecnología de las máquinas de vapor.

Mientras los líderes mundiales se preparan para responder y los mercados contienen la respiración -aunque no por mucho- algo es claro, estamos al borde de una transformación radical del orden mundial. La pregunta que queda, es cuánto daño debemos sufrir antes de recordar que la prosperidad global no se construye levantando muros, sino tendiendo puentes.


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