Escrito por NCS Diario el noviembre 5, 2024
La delgada línea
ASF desmiente a Jiménez
Roberto Oropeza Ortiz
A pesar de los señalamientos vertidos por el presidente del Congreso del Estado, el morenista Antonio Jiménez, sobre presuntas actuaciones de corrupción en la Universidad Autónoma de Campeche y en particular los señalamientos que ha hecho en contra del rector José Alberto Abud Flores desde la tribuna legislativa, documentos en posesión de esta columna del Informe Individual de la Auditoría número 555 de Participaciones Federales a Entidades Federativas de la Cuenta Pública 2023 de la Auditoría Superior de la Federación arrojan que la ASF no hizo ninguna observación a la aplicación de los recursos.
Tal parece que por convertir sus diferencias con José Abud en una cruzada personal, ni Jiménez ni sus asesores que se propusieron abanicar el fuego sobre la torre de rectoría, hicieron la tarea para revisar parte de esta información que además es pública y que incluye no solo la fiscalización de los recursos federales de la Universidad, sino de varias instituciones educativas del Estado que reciben recursos de la Federación.
En sus ya conocidas declaraciones, que no es la primera vez que exhiben su desconocimiento, en días pasados el legislador que ya lleva una legislatura completa votando los presupuestos del Estado, reconoció que no sabía el presupuesto exacto de la UAC y pretendió involucrar erróneamente para su «cruzada» contra la rectoría a la Auditoría Superior del Estado, que dirige Guadalupe Cárdenas Guerrero.
Dicho sea de paso, al contrario de Jiménez, Guadalupe Cárdenas si es reconocida por su experiencia y conocimiento en las finanzas públicas y seguramente mucho mejor informada de las auditorías federales, por lo que es difícil creer que vaya a prestarse a las intenciones del presidente del Congreso.
La actitud desbocada, desinformada y obsesiva de Antonio en el tema de la Universidad, tuvo respuesta ayer en un mensaje del rector en que lo llamó a la prudencia y a no seguir con un discurso de violencia, en su intención de intervenir en la comunidad universitaria: “Señor legislador, preocupa que emita una opinión sin antes investigar si los videos o notas con los que se informa son reales, falsos o como en este caso editados de forma tendenciosa. Por favor le solicito que no perpetúe un discurso de violencia en contra de mi persona, ni de ningún integrante de la comunidad universitaria. Le recuerdo que tiene una gran responsabilidad ante el pueblo de Campeche y que antes de emitir alguna opinión en relación a algún video o imagen, le sugiero corrobore las fuentes, porque podría estar ayudándolo a difundir un mensaje de violencia. Mi postura ante este tipo de acciones es un enfático llamado a la prudencia”, indicó Abud Flores ante los ataques que recibió la semana pasada en redes sociales. Ataques por cierto que al seguir su hilo conductor y sus huellas en internet conducen rápidamente a páginas usadas para la propaganda de MORENA y en particular de Antonio Jiménez y el Congreso del Estado.
Por los antecedentes del presidente del Congreso, se ve difícil que haga caso al llamado de prudencia y a la congruencia. Su comportamiento ha estado siempre marcado por actitudes protagónicas y por la soberbia. Desde que le dio “golpe de estado” al agonizante Alejandro Gómez Cazarín para asumir la coordinación del grupo parlamentario de MORENA y la presidencia del Poder Legislativo, se ha comportado de manera demagógica en la máxima tribuna del Estado y de manera prepotente en su representación como presidente de la Junta de Gobierno y Administración. Basta recordar la manera en la que se refería a los policías durante el conflicto de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana, a pesar de que fueron los elementos estatales quienes lo rescataron de ser secuestrado por los simpatizantes de Cazarín en la sede Legislativa.
Y aunque todo esto ya le pasó factura y en su momento por eso perdió la reelección en su distrito este año, incluso siendo correteado por los habitantes en las colonias, solo no quedó desempleado porque lo salvaron con una “pluri”. Pero Antonio no aprende y el poder momentáneo que ahora ostenta lo hace perder la brújula a cada rato.