Escrito por el noviembre 1, 2024

No faltaron los pibipollos en las mesas y los altares

Campechanos elaboraron este platillo para ofrendar a sus familiares fallecidos.

Fieles a sus tradiciones, los campechanos elaboraron para sus familiares fallecidos y como ofrenda principal el pibipollo, además de que hay quienes adicionalmente colocan en los altares otras comidas que les gustaban, como el puchero, el frijol con puerco y el relleno negro.

Desde la noche del jueves y la madrugada de este viernes centenares de campechanos acudieron a las tortillerías a comprar la masa, de preferencia de maíz nixtamalizado, que cada vez es más difícil de conseguir, mientras sobre el fuego en grandes ollas cocinaba el pollo, la gallina, la carne de cerdo, el frijol verde o tierno conocido como xpelón y el k’ool aderezada con achiote, epazote y otras especias.

Cuando el sol anunciaba el alba, la masa empezaba a ser preparada con la manteca de cerdo y la sal, degustando una y otra vez hasta alcanzar el punto, la sazón. Las latas estibadas en las mesas para ser cubierta con la hoja de plátano y la majahua, para dar paso a la base del tamal extendida por las manos ágiles que hacen ver fácil la elaboración, sin ser así.

Luego se esparcen las carnes desmenuzadas o en presas, según era el gusto del fallecido, se baña y rebosa con el k’ool y se sella con una tapa de masa, encima de la cual descansa una hoja de plátano que es amarrada con la majahua y está listo para ir al horno de la estufa, de la panadería o a la tierra.

Esta tradición se convierte en una bonita convivencia que reúne a familiares y amigos.

Para doña Mercedes Vera la tradición que comenzaron sus padres, ahora lo continúa con su familia. Sin embargo, la única diferencia es que ahora los pibipollos los envía a un horno de panadería.

Cuando vivía con sus padres y por el espacio de la vivienda los hacían enterrados.

En años anteriores los horneaba en la estufa y ahora aprovecha la opción de las panaderías para llevarlos a hornear.

El recuerdo de los años con sus padres, ahora fallecidos y la emoción que sentía aflora al relatar la experiencia de los tiempos de antaño.

Como sus abuelos y padres, Irma Chan sigue el proceso de elaboración de los pibipollos enterrados ahora con sus hijos, nietas, sobrinos y sobrinas.

En la colonia Tomás Aznar la tradición perdura entre sus familiares que elaboran este guiso para recordar a los seres queridos que ya no están en este mundo terrenal.

Entre 15 y 18 pibipollos son los que elaboran entre su familia, mientras que los hijos y sobrinos son quienes excavan el hueco para enterrar el pi, que posteriormente disfrutan con sus familiares y amigos.

En el hogar como en toda familia campechana en memoria de los muertos colocan los altares.

Como es tradición el primer pibipollo va a la mesa del altar. Cómo sucede con el chocolate o café o el dulce de preferencia del difunto o la difunta.

Las fotografías en el altar rememoran a quienes ya no están con estas familias, pero su recuerdo los mantiene vivos y es una alegría para los hijos o nietos que convivieron con ellos.


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