Escrito por NCS Diario el octubre 24, 2024
Ningún cabo suelto
LA SITUACIÓN crítica de las carreteras federales en Campeche revivió el miércoles por la noche los históricos reclamos en la Península de Atasta. Ahí sus habitantes bloquearon el camino, como lo han hecho antes para reclamar por los accidentes que han cobrado la vida de sus familiares y vecinos durante años.
De nada sirvió que acudieran a mediar funcionarios de segundo nivel. La postura de los atastecos fue firme: no abrirían la circulación hasta que no llegaran los módulos de maquinaria para empezar la pavimentación y así ocurrió.
Pasaron casi 20 horas, 18 para ser exactos, hasta que gracias al diálogo de la gobernadora con la Secretaría de la Defensa Nacional se enviaron ocho góndolas y las máquinas para iniciar los trabajos de encarpetado de la carretera y los manifestantes accedieran por fin a liberar paulatinamente los carriles y dejar que la kilométrica fila de automóviles, camiones y unidades pesados avanzara.
El Gobierno Federal de Claudia Sheinbaum debe tomarse muy en serio lo que está ocurriendo en Campeche.
Nadie puede negar que desde el año pasado la gobernadora Layda Sansores desde su Martes del Jaguar le lanzó la alerta al exsecretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), Jorge Nuño Lara, quien hizo caso omiso a lo que estaba ocurriendo en el Estado producto de las obras del Tren Maya.
Ahora la responsabilidad es del nuevo titular de la SICT, Jesús Esteva, quien por cierto ayer en la Mañanera detalló los avances en las obras carreteras que dejó pendientes el sexenio del expresidente López Obrador para inaugurar en 2025 y al menos en esta ocasión no hubo ninguna mención a las reparaciones pendientes por la obra del Tren. ¿Será que la Federación va a esperar que lo ocurrido en Atasta se replique en toda la geografía campechana y los conflictos estallen en más pueblos y comunidades de la entidad?
Campeche, ya se ha dicho, es la entrada a la Península de Yucatán y esperar a que se detone un conflicto mayor sería jugar con fuego, incluso para nuestros prósperos vecinos de Yucatán y Quintana Roo que se alimentan de las toneladas de carga que atraviesan por nuestro territorio.