Escrito por el septiembre 13, 2024

Así las cosas…

Semana agitada

La que termina, sin duda, fue una semana agitada para la clase política que es como la materia, solo se transforma. Lo ha dejado de manifiesto: una, dos, tres y las veces que sean necesarias con tal de salvaguardar sus beneficios. Para el grueso de la población que siempre está de prisas, enfocada en la más alta preocupación de todos los días: conseguir el sustento, los temas en discusión en el país y el Estado le interesan nada o casi nada, porque no les alcanza el tiempo para distraerse en otros asuntos.

En el país y en particular en la Ciudad de México las marchas motivadas por la reforma al Poder Judicial estuvieron a la orden día, llegando a la toma del Senado de la República y la Cámara de Diputados, acciones ampliamente criticadas por el partido en el poder y el gobierno de (Morena), pero en el pasado recurrieron a las mismas prácticas, solo que ahora cambió el rol.

Basta recordar cuando Felipe Calderón Hinojosa, segundo presidente del Partido Acción Nacional, tuvo que entrar por la puerta de atrás para rendir protesta y que le sea impuesta la banda presidencial. Muchos de quienes trataron de impedir que el michoacano llegara y que hoy visten de guinda, entonces eran tricolores o negroamarillos, es decir priistas o perredistas.

Pues bien, ya está aprobada la reforma constitucional al Poder Judicial, “haiga sido como haiga sido” y nada nuevo hay en las formas. Como en el pasado, el partido gobernante recurrió a los mismos artilugios del pasado para allegarse los votos que le hacían falta en el Senado de la República. Lo logró, como ya se sabía que ocurriría, solo que una parte de la mermada oposición pecó de ingenua abrigando la esperanza que la botarían, mientras la otra acudió a los mejores cineastas para tratar de verles la cara e inventar una historia creíble, que al final no lo fue.

En fin, que los reflectores estuvieron en esta semana centrados no en la reforma, para nada. En el senador 86, en el que decidiría, que se atrevería y llevaría la etiqueta de “traidor” en la frente. Así se hicieron famosos desde el fin de semana pasado el campechano Daniel Barreda y el veracruzano Miguel Ángel Yunes. Este último decidió, no sin antes pedir licencia por unas horas para mandar a su papá y suplente (sí, leyó bien) dar la cara por él, para justificar todo lo que tenía que justificar aunque no se lo creyeron y para que escuchara todo lo que les dijo a ambos Marko Cortés, mientras el coro azul les obsequió de música de fondo: ¡traidor!, ¡traidor!, ¡traidor!, una y 100 veces.

El coterráneo “escapista”, como lo bautizó el coordinador de la bancada de Morena, Adán Augusto López, prefirió refugiarse en la Sala de Juicios Orales de la ciudad capital de Campeche, para atender un asunto familiar.

Como ya aterrizamos en el Estado, hubiera sido histórico que a la par con la aprobación como integrante del Constituyente de la reforma al Poder Judicial, la sala de sesiones del Congreso luciera abarrotada. Pero no, la prefirieron semivacía, con 27 de los 35 diputados, sin pueblo y sin medios de comunicación. Solitos para que no los molesten, por eso pusieron vallas y policías. ¡Sí se pudo, sí se pudo!, corearon al final. ¿En serio tenía dudas que con la mayoría de su lado no se iba a poder?

En fin, terminó la semana. Solo resta decir que varios diputados que hoy arengan, alaban y vitorean al partido Morena y sus aliados por consumar la reforma al Poder Judicial; que juran y perjuran que sus convicciones están de este lado, hace apenas unos meses tenían sentimientos muy allegados al PRI, a Alejandro Moreno y Carlos Miguel Aysa.


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