Escrito por el agosto 19, 2024

El jaleo por la dirección de Pemex

Pocos cargos de la próxima administración serán tan relevantes como la dirección general de Pemex.

No es casualidad que la definición de la persona que se va a quedar a cargo se haya quedado hasta el final del periodo de transición.

No sabemos si el nombramiento ocurrirá en esta semana, en la próxima o bien hasta que se acerque el momento de la toma de posesión, el 1 de octubre.

En los pasillos del sector energético, corrió la versión, desde hace algunas semanas, de que el presidente López Obrador, quien dice no intervenir en los nombramientos del próximo gabinete (lo cual no cree nadie), presionaba para que Sheinbaum dejara en la cabeza de Pemex a Octavio Romero, por lo menos para el primer año del nuevo gobierno.

El problema es que la visión de Romero, que es la de López Obrador, no es consistente con la de la presidenta electa, ni tampoco con la del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.

Y no crea usted que esto sea porque el nuevo gobierno quisiera regresar al esquema de la reforma energética de Peña.

No, eso no va a ocurrir.

Las diferencias están en otros ámbitos.

Claudia Sheinbaum quiere dejar su huella en el proceso de transición energética, algo de lo que ella está convencida.

Y eso implica hacer una transformación de Pemex, para que no sea solo un productor de hidrocarburos, lo que no se corresponde con las visiones de AMLO y de Romero.

En el caso del secretario de Hacienda, el tema es de carácter financiero.

Romero, con el respaldo de AMLO, operó las finanzas de Pemex en un periodo sustantivo del actual gobierno.

Los resultados fueron unas pérdidas acumuladas, desde enero de 2019 hasta el primer semestre del 2024, de un billón y 192 mil millones de pesos.

Ello ocurrió a pesar de que la empresa energética recibió apoyos directos e indirectos del gobierno del orden de 1.5 a 2 billones de pesos.

Ramírez de la O sabe que esta circunstancia es insostenible.

Lo más probable es que en este mismo año o a más tardar en los primeros meses del siguiente, se opere una reconversión financiera de Pemex, para lo cual, el secretario de Hacienda requiere el control pleno de las finanzas de la petrolera.

López Obrador tiene un apego sentimental a Pemex. No es solo la visión ideológica.

Como tabasqueño, con fuerte arraigo en un estado eminentemente petrolero, quisiera que Pemex volviera a los tiempos de Cantarell, uno de los yacimientos más grandes del mundo y el mayor de la historia de México.

No acaba de entender que ese tiempo ya se fue para siempre.

Sheinbaum no quiere ni puede –aquí se lo hemos reiterado– enfrentarse a AMLO.

Por lo cual requiere encontrar un punto de equilibrio, que está resultando muy complicado.

El nombramiento de la dirección general y de la dirección de Finanzas de Pemex reflejarán buena parte de la visión del futuro de la empresa.

Por eso, inversionistas y analistas están tan atentos a ellos.

Será un mensaje respecto a lo que se puede esperar en el futuro de la política en materia de hidrocarburos.

Si fuera ratificado Romero, se resentiría de inmediato en los mercados financieros, pues habría dudas respecto al futuro de la empresa y a la integridad de las finanzas públicas en el país.

Si no quedara él, quizás habría el beneficio de la duda, a la espera de saber bien a bien qué implica la llegada de un nuevo equipo para comandar Pemex.

Ya veremos.


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