Ningún cabo suelto

LA MARCHA del 8M del viernes no debe dejar indiferente a nadie, porque además de que cada año en Campeche crece el número de mujeres que salen a manifestarse contra la violencia que padecen todos los días, también es una realidad que los gobiernos del color que se quiera y diga, no han conseguido que en muchos casos se deje de revictimizar a quienes sufren las agresiones por razones de género.

Independientemente de los actos en los que se puede no estar de acuerdo, como cuando en los contingentes algunas feministas cometen actos de vandalismo que en nada abonan a sus justos reclamos.

ESTÁ A la vista en lo que va de las campañas políticas que iniciaron a nivel federal. ninguna de las coaliciones con sus respectivas candidaturas presidenciales, ni a las diputaciones federales y al Senado, han sido capaces de presentar una propuesta atractiva para hacerle justicia a las mujeres víctimas de feminicidios, a las desaparecidas y a las que sufren graves y constantes abusos.

Es una pena para un país como México, en donde las mujeres sufren tanto, que por un lado se piense que la solución es ampliar la lista y los montos a repartirles en los programas sociales y por otro se quiera abordar un problema mayúsculo con un discurso de inclusión y superación personal que suena a hueco, porque se queda lejos de tocar todo el fondo del problema. Por ejemplo: como luchar ante una imparable delincuencia organizada, que aprovecha con su poder económico la vulnerabilidad en la que se encuentran millones de mujeres para agredirlas, adueñándose de sus cuerpos y destruyendo sus vidas.

Por cierto, no faltan quienes de plano no entienden el sentido de estas manifestaciones, y llegan completamente fuera de lugar a buscar protagonismo. Así se le vio a la exrectora de la Universidad que fue descubierta abusando de su posición para beneficiar a su familia y allegados, regalándoles nombramientos y plazas sin la autorización del Consejo Universitario. Ahora apareció marchando y acusando a su sucesor como agresor. Se trata del clásico «al ladrón, al ladrón», pero en realidad lo que este si hizo fue congelar las investigaciones sobre un caso que en la comunidad universitaria no se olvida. Aunque desde el poder se pretenda que los tiempos corran y los términos de la ley universitaria venzan para encubrir a la principal responsable, dejándola sin sanción alguna.