Escrito por NCS Diario el marzo 10, 2024
Empatan aspirantes presidenciales… en acarreo
Primera semana de campaña y las candidatas presidenciales que encabezan la contienda están de acuerdo en algo: la movilización es parte de su estrategia de campaña y se expresó en sus concentraciones en la Ciudad de México
Ciudad de México.- Primera semana de campaña y las candidatas presidenciales que encabezan la contienda están de acuerdo en algo: la movilización es parte de su estrategia de campaña y se expresó en sus concentraciones en la Ciudad de México.
En su concentración de hace una semana en el Zócalo, Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, PT y PVEM, daba su compromiso 17, de 100 enlistados y compartidos a sus simpatizantes, cuando intentaba marcar diferencia con el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
«Este es nuevo», dijo, para llamar la atención de quienes abarrotaban la Plaza de la Constitución.
La ex Jefa de Gobierno ofreció que las mujeres de 60 a 64 años recibirán la mitad de una pensión universal. El resto era una oferta de continuidad, casi con las mismas palabras, los mismos símbolos.
Si con López Obrador hay una pasión casi religiosa, con la candidata morenista a sucederlo la movilización resultó más corporativa.
Líderes de ambulantes, de taxistas, de los sindicatos de maestros y de petroleros, alcaldes y regidores de Ecatepec, así como el candidato a la gubernatura de Chiapas, Eduardo Ramírez, se hacían presentes con grupos de simpatizantes organizados.
«El Presi, el Presi, va estar el Presi», decía frente al Palacio de Bellas Artes uno de los hombres de la danza de Los Diablos Aceitados de San Martín Tilcajete, Oaxaca. Traían cuernos y aceite negro en el cuerpo, globos gigantes girando sobre su cabeza y entraban al Zócalo bailando entre orquestas de música de viento.
De Bucareli a Circunvalación, del Metro Revolución al de Pino Suárez, de Tlatelolco a Izazaga, un kilómetro y medio por los cuatro costados del Zócalo. Había camiones chiapanecos, oaxaqueños y sonorenses.
«Sólo venimos a hacer acto de presencia», decía un vecino de Ecatepec que mandó el regidor Ernesto Santillán a cambio de gestionar el agua.
Cuatro horas antes del mitin se bajaron a seis calles del Zócalo, estiraron las piernas, y se regresaron. A esa hora la plancha ya estaba llena, con espacio apartado para los que venían de Guerrero.
«Y todavía falta un rato para que sea la hora de la movilización», comentaba en Donceles el dos veces Alcalde de Neza, Hugo de la Rosa, de guayabera guinda. Su contingente ocupaba una cuadra entera.
«Por lo menos calculamos que sean 30 mil los que vienen de Neza», presumía.
Algunos desconocían a quién venían a apoyar. Otros sí sabían que acudían con Sheinbaum, aunque titubeaban.»La Shelman», decían los de Huautla, Oaxaca.
«La Cheimaun», precisaban los de Hermosillo, Sonora, que hicieron 24 horas para llegar hasta el Monumento a la Revolución, pero no lograron llegar donde ondeaba la bandera.
Los vecinos furiosos de Garibaldi amenazaron con romper los vidrios de los microbuses que bloqueaban sus puertas. Un policía tuvo que apretar el botón de emergencia y pedir refuerzos.
«¿Y tú qué eres, halcón o hambreado?», reclamó el más enojado con un amago, pero hambre no había.
Había tortas, jugos, sándwiches y manzanas. Medio centenar en silla de ruedas que rodaron por 5 de Mayo llevaban en las piernas unas cajitas con su lonche. Detrás de ellos, un líder los instruía con una bocina: «Ya no es Obrador, compañeros, ya es ‘¡es un honor estar con Claudia hoy!'».
Los que entraron al Zócalo pudieron salir por atrás de la Catedral. Los que se fueron antes ya no escucharon el lapsus de Sheinbaum:
«Sólo hay dos caminos a tomar este 2 de junio: uno, que siga la corrup… que siga la transformación», dijo la morenista tras corregir.
Y también los panistas
Los panistas también le entraron a la movilización e hicieron lo suyo en la primera presentación de Xóchitl Gálvez, candidata de PAN, PRI y PRD, en la Ciudad de México.
Matracas, playeras, gorras, banderas y banderolas, pero sobre todo ese desconocimiento o desdén del para qué se existe y se ondea una bandera.
El estilo priista de acarrear no se ha ido. Quien no lo vio el viernes en el Zócalo con Claudia Sheinbaum y Clara Brugada lo pudo ver en el Parque Bicentenario, al poniente de la Ciudad, con Xóchitl y Santiago Taboada.
Segundo día de campaña. «Elvia, Elvia, venimos con Elvia», decía un vendedor de hamburguesas que alzaba su cartel entre banderas verdes y rojas. Lo corrigió la que coordinaba al grupo: «Con Rubén Barrios, el hermano de Diana Sánchez Barrios (líder de los ambulantes)».
«Mejor busque a otro, así estoy bien», agregó el vendedor y siguió caminando con su cartulina que le tapaba los ojos o le servía de sombrilla: «Apoyo total al Tabuada (sic). La Merced presente».
En su campaña a la presidencia, Gálvez tuvo su primer mitin en la Capital en una antigua refinería de Pemex que en 2010 se transformó en algo mejor, la segunda zona verde más grande de la Ciudad.
El grupo llegó tres horas antes para la reunión a las seis de la tarde en dos microbuses. El sol punzaba en las molleras. Comió tacos de canasta que le regalaron y entró al parque. A pocos minutos, salió de nuevo.
«Si no, cómo comprobamos, compañeros», les dijeron. Los formaron en el camellón. Les tomaron una foto».
«¡Se ve, se siente, el Frente está presente!», entraron gritando unas 500 personas. Todas con sus gorras blancas que decían «Ordóñez. ¡Ahora sí!». Ordóñez es Daniel Ordóñez, aspirante del Frente PAN, PRI, PRD por Iztacalco que en 2021 se quedó con las ganas, aunque pocos lo supieran.
«Quién sabe quién, ha de venir ahí en la bola, pregunte», respondía una mujer y se reía. ¿Qué si les pagaron algo? «¡Nooo, cómo cree!».
Había gorras y banderas, azules y blancas del PAN, amarillas del PRD, rojas del PRI. Los tres van en coalición por el frente opositor.
A un grupo de masajistas ciegos en la Calle de Gante no les dieron ni una gorra, apenas unos tacos.
«No, no sabemos quién va a estar», dijo una joven que medio veía. Dos pares de manos que la seguían temblaban en su hombro.
«Nos reunieron por Eje Central, venimos en un camión, no los conté, unos 30. Ojalá que nos dieran un poquito de apoyo para que podamos seguir trabajando».
Se le diga como se le diga, movilización, acarreo, invitación, en ese rubro la contienda electoral luce más cerrada.
El viernes, en el arranque de campaña de Sheinbaum a la Presidencia muchos fallaban también con lo difícil de su apellido. Pero igual se repartía comida, agua, playeras, tortas y algo de fruta en el primer mitin de Gálvez en la Ciudad de México.
«Con mi carnal el Pancho de Tepito. Venimos a apoyar a ¿cómo se llama?», preguntó un muchacho de gorra volteada y lentes rojos.
Alzaba el centro de la lona de Venustiano Carranza, frente otro grupo de priistas. «A Taboada», le dijeron. «A Taboa». «Taboada», le corrigieron. Y él, de nuevo, asomado detrás de la lona: «¡Taguada, Taguada, Taguada!», pero sin desanimarse: «Vamos a ganar, arriba, ánimo, arriba las banderas».
El viernes 1 de marzo con Sheinbaum fueron camiones foráneos, porque la movilización llegó desde Chiapas y Sinaloa.
El sábado 2 de marzo con Xóchitl resultaron microbuses citadinos, porque la armó gente de Taboada, que compite por el Gobierno de la Ciudad. Ocupaban más de un kilómetro de la Avenida Aquiles Serdán y Avenida Invierno por los dos costados.
El perredista Guadalupe Acosta Naranjo entraba junto con el panista Roberto Gil, ex presidente del Senado.
«Ayer en el Zócalo los miré, pelearse divididos, sin gente, acarreados, arrancando la campaña con gente de Sonora en la Ciudad de México», dijo Acosta Naranjo.
Entre todos, los panistas parecían más. Más seguros incluso del porqué.
«Hay que defender las instituciones», dijo Marta Villarroel, una voluntaria que llegó a ayudar en la coordinación desde Milpa Alta. Adentro ya había tantos que unos ya no lograron pasar al lugar del mitin y se fueron antes. Un grupo de migrantes haitianos, contagiados por la fiebre electoral, entró detrás de los últimos panistas de Tlalpan que agitaban pompones blancos y azules, se tomaron una foto con sus gorros de lana y se fueron. Había tantos que nadie los habrá extrañado.