Protestas ¿espontáneas o provocadas?

Las protestas y reclamos al presidente Andrés Manuel López Obrador, no son algo nuevo. Han sido varias veces en distintos estados en los que la gente lo enfrenta con serio descontento por alguna gestión, obra o petición.

Ocurrió recientemente en su arribo al municipio de Calakmul, donde inauguró la modernización del acueducto Adolfo López Mateos Escárcega – Calakmul, que aún no cuenta con la red de distribución que llevará el líquido a más de 30 comunidades y más de 70,000 personas que padecen por la escasez del vital líquido.

En la gira del Ejecutivo Federal, se rompió el acto protocolario que tradicionalmente estamos acostumbrados a ver; un trato respetuoso a la figura presidencial y a los jefes de los Estados. Algo que lejos de parecer espontáneo suena a “Esto es un compló”, semejante a lo que AMLO acusaba en la elección de 2006 frente a Felipe Calderón, al referirse al tema de su desafuero político.

Durante su visita a la antigua ciudad maya, se escucharon al unísono las voces de los manifestantes instalados a escasos metros del lugar donde se desarrollaba el evento, dejando en evidencia su molestia y preocupación por una obra que se construye desde 2020 con una inversión superior a los mil millones de pesos. Forma parte de los 15 proyectos hidráulicos prioritarios a nivel nacional en México y transportará agua potable desde la región de Escárcega hasta Xpujil.

Suponer que fue algo inesperado, nos llevaría a pensar en graves fallas de los responsables de la logística, que no pudieron evitar la llegada de los inconformes quienes, con todo y pancartas, se paseaban sin que nadie hiciera el intento de persuadirlos.

Digo lo anterior, porque antes no ocurría, no es que las manifestaciones no sucedieran, pero se determinaba un perímetro que delimitaba el recorrido de las autoridades.

Fallas también en la seguridad, no solo del presidente, sino en los controles al inicio, durante y al final del acto público, pero lo que más llamó mi atención es que ningún funcionario de la CONAGUA ni de SEGOB se acercó a los manifestantes para explicarles lo que minutos más tarde les aclaró el presidente: “Hace falta la red de distribución, antes de que yo termine, en ocho meses, nos vamos a encontrar y ya van a tener agua en sus casas. Ese es mi compromiso. Me canso, ganzo”.

En política no hay coincidencias y menos cuando se tiene un programa previamente elaborado, nada se deja al azar. Aunque AMLO repite una y otra vez, que el pueblo se expresa libremente, no a todos convence la franqueza de las movilizaciones.

En algunas entidades se dice que los superdelegados pudieran estar detrás de estas protestas o infiltrados de grupos resentidos.

Dejar la plaza libre y exponer al presidente a más reproches no es aconsejable.

Los políticos en turno tienen que entender que los tiempos ya cambiaron, que es momento de sumar, no restar y a los comunicadores nos toca pugnar por una relación cordial entre los campechanos, sin importar ideologías, porque eso es, lo que necesita el país, el Estado y sus 13 municipios.

Este tipo de “distractores” no le hace bien a nadie, ni al Gobierno Federal ni al Estatal. Incluso, sin deberla ni temerla, pusieron en bandeja de plata a la gobernadora Layda Sansores.

Ojalá en la próxima visita presidencial los responsables de la obra y de la política interna se pongan las pilas, si quieren evitar dislates por su falta de operatividad, diálogo y concertación política.

Si hicieron todo esto previo al evento y no les funcionó, entonces alguien no ha leído el Manual titulado “APAGA FUEGOS”. Léanlo y se lo distribuyen, así impedirán más de un acto vergonzoso que los exhibe como aprendices o perversos.