Escrito por NCS Diario el enero 7, 2024
NCS DIARIO/GENTE
Narciso y Eco, un amor imposible
Franck Fernández – traductor, intérprete
Érase una vez una joven ninfa más bella que la luz del sol. Trajo al mundo un hijo al que llamó Narciso que era tan hermoso que todos los que lo veían lo amaban. Un día, inquieta por el futuro de su hijo, fue a ver al adivino Tirisias. En aquella época no se dudaba ir a ver a los adivinos para conocer su futuro. Le preguntó al viejo cómo sería la vida de su hijo. –“Muy feliz, a condición de que no se conozca”. La ninfa olvidó rápidamente esta extraña respuesta.
Narciso creció y cada día era más hermoso, todas las jóvenes de la comarca ardían de amor por él, incluso al verlo algunas desfallecían. Sin embargo, indiferente al amor, Narciso prefería la caza a las cuestiones del corazón y permanecía como de hielo ante estas chicas enamoradas.
Un día que cazaba el ciervo en el bosque con sus amigos lo vio una joven ninfa que se llamaba Eco. Su historia era bien triste, a fuerza de hablar mucho para no decir nada, y celosa por los coqueteos de su esposo Zeus con Eco, fue castigada por la terrible Diosa Hera que le había retirado la posibilidad de hablar libremente. La pobre ninfa tenía que contentarse con repetir la última palabra que escuchaba sin nunca poder expresar sus sentimientos. Apenas Eco vio a Narciso su corazón se inflamó de amor y lo siguió por todo el bosque. Cuántas veces quiso acercársele y declararle su amor, pero el castigo de Hera le impedía ser la primera en hablar.
Más tarde Narciso se perdió en el bosque y llamó a sus amigos.
– “¿Hay alguien aquí?”
– Aquí, aquí, aquí, respondió Eco quien solo podía repetir la última palabra que había escuchado.
Sorprendido Narciso buscó por todas partes para ver a sus amigos y a quién vio fue a Eco que corría hacia él para besarlo. El joven con desdeño movió la cara y le dijo:
– Moriría si te amo.
Y ella responde
– Te amo, te amo, te amo.
Rechazada por Narciso Eco, enamorada, se escondió en lo más profundo del bosque para ocultar su vergüenza ¡Qué duro es verse así despreciada por el ser amado!
Su cuerpo se desecó y su sangre se evaporó en los aires. De Eco solo quedaron sus huesos y su voz. Desde entonces sus huesos se convirtieron en rocas y montañas y su voz repite la última palabra que escucha.
Narciso, inconsciente del mal que le hizo a Eco y a las otras chicas que despreciaba, se mofaba de todas. Una de ellas alzó sus brazos al cielo y rogó: ¡Que a su vez él ame y no sea amado! Este ruego fue escuchado por Némesis, Diosa de la venganza y de la justicia y cumplió la petición.
Poco después Narciso cazada en el bosque y encontró un lago de aguas inmaculadas, absolutamente transparentes. Cansado por la caza y por el calor del día se acercó a las aguas para beber de ellas y al acercarse vio un sublime rostro, sus ojos brillaban como las estrellas, su cabello era de un negro profundo, su tez más pura que la porcelana, los labios como rubíes. Era su propio reflejo del que se enamoró. Tan prendido quedó que no se alejaba para comer y tampoco tocaba el agua porque al tocarla su rostro se deformaba y desaparecía. Incapaz de moverse se quedó días enteros ante su rostro debilitándose lentamente, fascinado por su reflejo y cayó al agua ahogándose.
Sus amigos lo buscaron y lloraron, pero no encontraron al joven Narciso. En su lugar encontraron una flor solitaria, amarilla, coronada de blanco a la que se le dio el nombre Narciso.
Esto nos enseña que, a fuerza de amarse a sí mismo, uno puede olvidar a los demás al precio de perderse para siempre. También nos legó palabras que aún utilizamos: eco, narciso y narcisismo.